Hace unos días, nuestro vecinito entró conmigo a adorar en la capilla, y después de un momento de silencio y de mirar fijamente a Jesús, me dice: “¿Qué te parece si le pedimos algo a Dios?” Y comenzó a nombrar a sus hermanos, a su papá y a su mamá, y diciendo el nombre de cada uno de ellos, dijo: “Para que esté bien y sea feliz”, y me pidió que yo se lo diga. Para mí fue maravilloso confiar sus palabras a Jesús.
¡Que hermoso es poder ver a Jesús en ellos, enseñándome precisamente eso: ¡VER! Ver que hay algo más allá del dolor, ver que hay algo más allá de la tristeza, ellos me enseñan a ver el amor que hay en su corazón, ellos me enseñan a ver con el corazón.
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