De Ariana de misión en Cuba:
M. es una mujer que no puede hablar y está en silla de ruedas. Cuando estamos con ella nos contesta solo con su pie. Antes de conocerla creía que la comunicación era a base de palabras, todos saben lo mucho que me gusta hablar, pero con M. es diferente. No tengo que llenar mi boca de palabras vacías, ni pensar en sacar uno y otro tema de conversación, solo bastan las miradas y los gestos simples como sonreír o tomarle la mano. Cada momento que paso con ella es una caricia para mi corazón y un aprendizaje constante. El hablar es un don que muchas veces desperdicié hablando sin sentido.
Me sorprende ver las personas llenas de luz que conozco allí. A pesar de que es un lugar que todo el mundo quiere esquivar, nosotras encontramos a Dios vivo en cada uno de nuestros amigos.
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