En el poco tiempo que he tenido para reflexionar desde que regrese de misión, me gustaría compartir con ustedes lo que he aprendido y comprendido durante este tiempo que se me ha concedido. He tenido una poderosa experiencia de lo mucho que se consigue dando. Dando un año a los más pobres entre los pobres, recibí más de lo que podía imaginar. Cada persona que conocí, cada rostro dejó su propia huella en mí. Ver a Mansour aferrarse a la vida y seguir sonriendo fue una gran lección. Ver a Abdu hacer sus donuts cada día sin quejarse también me enseñó mucho. Tengo la sensación de haber recibido infinitamente más de lo que he dado.
A veces he perdido la paciencia con los niños. Fue precisamente cuando perdí la paciencia que me di cuenta de que amaba a esos niños. Al principio, les pedí salir de la casa bastante rápido. Al final, no quería dejarlos ir.
Finalmente, otra cosa que aprendí fue el valor de la amistad. Al estar lejos de mis amigos, me di cuenta como cada uno es importante. Y esto lo entendí aún más creando lazos y nuevas amistades con gente tan diferente. Tener amigos senegaleses, me permitió entender que el sentido de la amistad es simplemente de amar al otro y aceptar de avanzar con él a pesar de sus defectos.
Seguramente aprendí mucho más durante este año y lo descubriré con el tiempo.
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