De Iriana Ferreyra, Brasil:
Si bien tenemos espacio, mucho verde y es muy lindo vivir acá, en nuestro ritmo habitual es bueno para nosotros salir, despejarnos y retomar fuerzas para nuestra misión. Por eso, pensamos en alternativas sin salir.
Por la mañana, organizamos clases para nuestros pequeños y adolescentes. Por la tarde diferentes propuestas para todas las edades: juegos, paseos por la mata (mata o bosque atlántico es el nombre oficial), lecturas, películas y documentales, ensayo de cantos, deportes (por ahora, solo tuvo éxito el ping pong jeje). Además, como queremos seguir estando presentes para nuestros amigos de los pueblos, en medio de todo esto, decidimos hacer apostolado virtual con video llamadas grupales, intentamos que sea un verdadero encuentro. Claro que no es lo mismo, pero es increíble como el hecho de vernos en la pequeña pantalla del celular da una gran alegría. Tiene un sabor agridulce porque queda bien tangible la distancia. El efecto de esas llamadas me ha sorprendido, muchos se conmueven, y si bien por ese medio no pueden compartirnos todo lo que gustaría, pueden recibir la caricia de saberse queridos y recordados.
Comentários