Grande fue mi sorpresa cuando la maestra de Anna me pide hablar dos minutos en el pasillo. Se me cruzaron mil cosas por la cabeza: será que hizo esto o lo otro, será que se portó mal o se peleó con alguien, será que… y la maestra me explica que esta niña, a pesar de que no es una de las mejores debido a las lagunas que tiene, es la única que cuando ve un compañero en dificultad, (que no entiende una cosa o que no consigue hacerlo) se levanta para ir a ayudarlo. Anna se acerca a alguien que conoce, lo mira y le dice: podés hacerlo y se queda al lado hasta que lo entiende o hace lo que piensa que no puede hacer.
Dentro mío me dije que ella estaba copiando los gestos y la forma de hacer de los voluntarios que vienen cada día a ayudarnos en el doposcuola (ayuda escolar). Sin exagerar ella hace lo que nuestros “voluntarios” hacen. Ellos son los que cada tarde dejan la comodidad de la casa o las cosas que tienen que hacer para venir a ayudarnos durante algunas horas y estar junto a estos 18 chicos que poco a poco se hacen indispensables en nuestras vidas.
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