De Maximiliano Pra, Uruguay:
Hoy les quiero contar de Ana, madre de 4 hijos, una gran amiga de los misioneros y una persona con unas ganas de vivir impresionante. Ella sufre de EPOC y su enfermedad le ha deteriorado el nivel de vida de manera notable, con toda esta situación de la pandemia vimos la necesidad de poner más atención en ella y estar a disposición para hacerle algún tipo de trámite o simplemente pasar más regularmente a verla.
Es así cómo comienza a surgir algo maravilloso, poco a poco nos fue contando lo que pasaba en su corazón, una gran tristeza habita en el corazón de una madre que se siente sola frente a la vida y que sufre ante las cosas que vive cada uno de sus hijos al no encontrar la forma de ayudarles.
Uno de los días que pasamos a visitarla, notamos que su mirada era distinta, después de hablar y rezongar un buen rato, quedó un silencio un poco extenso, luego suelta un par de palabras que nos iban a dejar más callados aún… “Ustedes tienen algo que los jóvenes de aquí no tienen, en su mirada hay luz, ustedes miran a las personas con amor sin juzgar su pasado o su condición de vida, el mundo necesita más personas como ustedes.” De repente nos damos cuenta que esta persona percibe el carisma “de los amigos de los niños” que aún nosotros no terminamos de comprender, esta misma persona que hace un rato nos había rezongado, en un instante nos estaba gritando desde lo profundo de su corazón, gracias por existir, gracias por estar aquí HOY compartiendo este tiempo conmigo..
Anita es para mí, esa amiga que me da fuerzas en los días que las cosas no van bien, cuando el rumbo o el sentido de las cosas parecen desvanecerse en el transcurso de los días, sus palabras y su rostro vuelven a mi corazón y me recuerdan que aunque fuese solo por visitarla a ella mis días aquí valen la pena.
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