Las chicas del edificio de enfrente: Fatoumata, Aïssatou, Atti, Codu, Awa, Gondu, Hadidja, Basirou son mis amigas. Me ayudan bastante porque llevan toda la alegría de la infancia. Gracias a ellas, los días grises o nostálgicos, se esclarecen. En verdad, me encanta la compañía de los niños, me siento libre cuando estoy con ellos, porque su juicio no es todavía como el del mundo. ¿O tal vez porque soy una niña yo también?
Me recuerdo que un miércoles fuimos a visitarlas. Entrando en el edificio, Atti me tomó de la mano y me presento a todo el inmueble, departamento por departamento. Terminamos nuestra carrera sobre la terraza en compañía de toda la banda. Jugamos hasta el anochecer cuando la tarde dibuja ya largas sombras que se arrastran en el suelo, como que fuera un largo manto. Este momento lo guardo en el corazón como uno de los más tiernos porque es tan suave de ser amado por lo que somos.
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