Los niños me conmueven, ellos, los que viven esta pandemia, nuestros niños de los barrios conviven, en sus pequeñas y humildes casas, con todos los problemas económicos y afectivos de los padres que se agravaron más; con todos los gritos y la violencia que, si bien antes también estaban, ahora parecen no poder controlarse nunca. Cuando visitamos las familias, ellos, los niños, son los más felices: quieren hablar, jugar, hacer sus tareas con nosotras... literalmente estamos tironeadas entre los niños y sus padres que también demandan mucha presencia y escucha.
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