El día de su cumpleaños fuimos a verla y le llevamos un cakecito (una tortita). Cuando nos vio, primero nos retó porque hacía bastante que no íbamos, y después nos agradeció mucho, mientras nos contaba que todos los años sus hijos le regalan un cake, pero que este año con toda esta situación, no había recibido ningún dulce y que gracias a nuestro detalle iba a poder compartirlo con su familia. En momentos como estos, es donde las palabras no son suficientes para describir la gracia de Dios.
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