Rodeado de un amor genuino

Amanda tiene 65 años, es bajita, dulce, sobria y elegante, con ideas claras que expresa con justicia, tranquilidad y una sabiduría que desarma. Cuando habla, se nota el peso de su historia, de sus decisiones, pero también se deja ver tan claramente que lo ofreció todo a la misericordia de Dios

Rebeca es su segunda hija y es la mamá de Leandro, que juega al fútbol con nosotros cada semana. Después de una larga convivencia con el papá de Leandro, este la dejó por una mujer más joven. Para ella, esta fue una pérdida terrible. El testigo más directo de todo este dolor fue su hijo, que era pequeñito cuando esto pasó. Rebeca es muy fuerte, trabaja durísimo para que su hijo pueda salir adelante, salga de la villa y sea un buen hombre. Ella mantiene sola a Leandro y lo envía a un buen colegio privado.

En una visita anterior, mientras Leandro nos cebaba el mate, eran muy evidentes el respeto, el amor y la gratitud que él tiene por su mamá y su abuela. Visitar este hogar y compartir con estas mujeres preciosas, francas y sabias es como un bálsamo para el corazón. Tenemos tanto que aprender de ellas. Es tan bello ver que, a pesar de las dificultades y del dolor por no tener una relación con su padre, Leandro está rodeado de un amor genuino que lo interpela.