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Foto del escritorBasilia N., Senegal

Una belleza que no se puede plasmar

Al cabo de seis días de campamento, me di cuenta de que se me había terminado la ropa y que tenía que ponerme a lavar. (...) Me dejé enseñar por Jules, Isaac y Adolphe que me mostraron, con mucha paciencia y amabilidad, cómo frotar y cepillar la ropa para que quede limpia y blanca. Es difícil traducir con palabras la belleza de esos momentos tan sencillos pero que sin embargo me conmueven. Tal vez será porque su belleza reside justamente en cosas que no se pueden plasmar en un papel: lo suave del aire, lo ancho de las manos, el movimiento desigual de los brazos, las sonrisas, el brillo del blanco de los dientes sobre esos rostros morenos.


Una belleza que no se puede plasmar

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