Durante la última semana, tuve que hacer una de las cosas más difíciles en todos esos meses: despedirme de los niños de Supo, ya que era la última vez que iba a visitarlos. Nunca jugué, grité o corrí tanto como ese día; nunca levanté tantos nenes, me saqué tantas fotos ni estuve tan cerca de llorar, tantas veces seguidas, como ese día. Fue realmente hermoso. Estos niños que tienen tantas necesidades y sufren tanto, son los niños más felices, que nunca antes conocí…
Ahora ya hace un mes que no los veo, y los extraño tanto…Entonces me digo que no era solo una linda vista durante nuestro trayecto; realmente, para mí, esos niños eran una ventana que miraba al cielo.


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