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Alexis, Perú

Ya no soy lo mismo, Cristo me ha cambiado


No puedo ser el mismo si vi a niños pelearse por un trozo de pan; si, de repente, por un llamado me enteré de que una de las niñas con las que jugaba siempre, ha fallecido; cómo ser el mismo después de ver a muchos jóvenes perderse en las drogas; si en un bus, una persona te pide llorando que por favor le des algo para comer; si una abuela te dice, cada vez que te ve, que se quiere morir porque no quiere sufrir más. Ya no puedo ser el mismo con todo lo vivido. La lista podría seguir y se haría interminable.


Hoy puedo decir que cada encuentro que tuve durante esta misión fue un encuentro con Cristo. Cada rostro, cada mirada, cada momento vivido, era contemplarlo a Él que sólo quería ser escuchado, abrazado o que sólo buscaba una compañía en su dolor. O por qué no, en sus pequeñas alegrías también.

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